25 de junio de 2011

Olvidar.

¿Cuántas veces hemos deseado borrar un día, un instante, un momento de nuestras vidas? ¿Cuántas veces deseamos vivirlo todo de nuevo, recuperar lo que se fue o dejar que el tiempo ponga las cosas en su lugar? Si deseáramos en algún momento perder la memoria y aferrarnos a la frase “comenzar de nuevo”, ¿cuántas cosas no perderíamos? El calor del primer beso y la sensación de aquel amanecer que fue perfecto. La nostalgia por amores pasados y la inocencia con la que nos entregamos a lo desconocido esa primera vez. Quedarían atrás los amigos que iban a ser eternos, las cartas que nos hicieron llorar, la primera o última vez que vimos a un gran amor, los brazos mas cálidos, el día en el que pensamos que se iba a caer el mundo, el dolor más hermoso o la sonrisa mas esperanzadora… ¿Vale realmente la pena perder la memoria?